Eran medianoche
en el pueblo. Israel Gómez, el niño más querido del barrio, estaba tratando de
dormir, provenía de una familia muy pobre del valle del Chota, Israel tenía un
sueño que lo dejaba despierto todas las noches, por muchas horas: Él quería ser
un futbolista profesional.
Rayito (como
lo llamaban todos, por su gran velocidad)y su padre se desvelaban viendo todos
los partidos de fútbol del Campeonato Nacional. Su padre trabajaba además en la
noche y los fines de semana para ahorrar y poder comprar las entradas a los partidos más
importantes que se jugaban en Quito.
Rayito
estudiaba en la mañana y en la tarde iba a jugar con sus amigos en unos terrenos
abandonados. Jugaban sin zapatos con una pelota descosida y desgastada que él
guardaba como un tesoro desde muy pequeño, cuando un turista impresionado de su
habilidad, se la había regalado.
La madre
de Rayito siempre lo apoyaba y lo alentaba a trabajar duro para convertir su
sueño en una hermosa e increíble realidad. Ella le decía: “No dejes que te
digan que no puedes. Si tú quieres, sí puedes. Nunca te olvides de que Sí Se
Puede”.
Una
noche, luego de una boda, un vecino borracho atropelló a una pareja en la
calle, no sobrevivieron. Eran los padres de Rayito. Él tenía dieciséis años.
Rayito decidió salir para Quito, determinado a buscar su sueño y juró por la
memoria de sus padres que sería el mejor jugador del mundo.
En la
capital, Rayo (porque ya no le gustaba que le llamen Rayito) sufrió muchos
percances, tuvo que vivir en las calles, haciendo trucos con naranjas ante los
autos, para ganar algún dinero para comer. Tuvo que dormir en la calle, tuvo
que soportar el sol y la lluvia, perotodavía se despertaba en las noches
emocionado por su sueño, aunque tiritando del frío.
Rayo
había gastado todos sus ahorros de seis meses, comiendo solamente una vez al
día, para comprarse un par de zapatos de fútbol y presentarse ante los
diferentes clubes del país. Ninguno lo aceptó porque no contaba con
auspiciante. Él se sentía frustrado y desolado, pero no dejaba de despertarse
todas las noches emocionado con la idea de jugar en un gran Club. Recordaba las
palabras de su madre: “No dejes que te digan que no puedes. Si tú quieres, sí
puedes. Nunca te olvides de que Sí Se Puede”.
Un día,
mientras hacía sus trucos frente a los autos, un hombre de alta estatura, pero
pobre como él se le acercó. Conversaron un tiempo y luego lo llevó a una
cancha, sacó un balón de un costal y le pidió que tratara de dominarlo. El
hombre se quedó impresionado y con la voz emocionada se presentó. Era un
cazatalentos del Real Madrid B, que había venido a Américaencubierto, en busca
de jugadores jóvenes para el equipo.
Israel
“el Rayo” Gómez, viajó a sus diecisiete años a debutar en el fútbol Español. Una
vez en Madrid, Rayo se destacó en su debut versus Barcelona B. Lo que más
impresionaba era su increíble velocidad y la habilidad que tenía para dominar
el balón.
Rayo
tuvo que trabajar muy duro para mantenerse en el fútbol. Al comienzo vivió en
la casa de Miguel, uno de sus compañeros, que se convirtió en su mejor amigo.
Durante el día trabajaba en un taller de autos (como lo hacía su papá) y por la
tarde entrenaba con el equipo.
El
camino hacia el éxito estuvo lleno de sacrificios, pero Rayo siempre se sintió
acompañado por sus padres. Incluso había veces en que él escuchaba los consejos
que le susurraban, sobre todo cuando dormía y soñaba.
Era el
año 2017, Israel ya tenía 23 años y se había convertido en un atleta grande,
fuerte y era el goleador del Real Madrid. Los clubes ecuatorianos estaban
impresionados de que la estrella fuera de Ecuador ya que nunca habían oído
hablar de él en el país.
Israel
fue convocado por la selección ecuatoriana de fútbol para jugar como delantero.
La selección clasificó al Mundial Italia 2018, llevada de la mano de “El Rayo”
Gómez.
Ecuador
dio un espectáculo inolvidable, superando a los mejores equipos europeos, americanos
y africanos. “El Rayo” Gómez fue reiteradamente comparado con el legendario
Pelé, por todos los periodistas y comentaristas del mundo. A medida que pasaba
a la siguiente ronda todo el Ecuador vibraba de emoción con la idea de llegar a
la gran final.
El
partido de la semifinal contra Italia, el dueño de casa, fue durísimo. “El
Rayo” Gómez , la estrella ecuatoriana, recibió muchas faltas, pero al final anotó dos goles que le dieron
el triunfo a Ecuador.
En la
final quedaron los dos grandes equipos favoritos: Ecuador y España. Israel iba
a jugar en contra de sus compañeros de equipo, que en realidad no eran solo
compañeros sino hermanos. Con ellos había crecido en el fútbol español. Ellos
lo habían apoyado cuando él más lo necesitaba… su corazón estaba dividido.
El
partido final fue inolvidable. Ambos equipos dejaron el alma en la cancha. “El
Rayo” estaba más inspirado que nunca. El mundo entero estaba a la expectativa,
Ecuador era un solo corazón emocionado de alegría: ganar un Mundial era un sueño
hecho realidad.
Los
equipos terminaron el partido empatados y se fueron a tiempo extra. Cuando
estuvo a punto de terminar, Israel recibió una fuerte patada en su tobillo
derecho. El dolor le hizo “ver estrellas” y lo tumbó al piso. La falta fue
dentro del área por lo que el árbitro pitó un penal. Si Ecuador anotaba el gol,
se coronaba campeón mundial.
Israel
tenía a sus pies el balón y frente a sí, defendiendo el arco español, estaba su
amigo, su hermano del alma, Miguel. Para “El Rayo” fue un momento eterno, ya ni siquiera escuchaba retumbar al
estadio, solo escuchaba sus propios latidos… Sus compañeros ecuatorianos le
gritaban y lo animaban. En el otro lado, sus compañeros españoles guardaban
silencio, llenos de expectativa. Israel sintió que su corazón se partía en dos
y sus piernas comenzaron a temblar. “No puedo”, pensó… pero en ese momento,
Miguel, con los ojos llenos de lágrimas le gritó:“NO DEJES QUE TE DIGAN QUE NO
PUEDES. SI TÚ QUIERES, SÍ PUEDES. NUNCA TE OLVIDES DE QUE SÍ SE PUEDE”.
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