jueves, 22 de noviembre de 2012

El Control de la Oscuridad (Daniela Andino)

 



Felipe tenía 6 años de edad, estaba en su casa a la espera de sus padres. Ese día alguien tocó a la puerta , era un señor con un papel amarillo; tomó al niño de la mano y le explicó que sus padres tuvieron que viajar a Francia en una misión de trabajo;  a ayudar a un grupo perteneciente a una etnia secreta. Él, debido a su corta edad no entendía lo que estaba pasando, pero el señor lo llevó donde sus abuelos. Después de un tiempo finalmente se dio cuenta de la pérdida que recientemente había tenido, nunca más volvería a verlos. 
El tiempo pasó. Felipe cumplía 8 años, eran las cinco de la tarde, todos sus amigos estaban con él cuando alguien llamó a la puerta. Era el señor del correo, una carta acababa de arribar de un lugar remoto en las afueras de Francia, era una nota de sus padres informándoles a él y sus abuelos que tendrían que quedarse ahí por un largo tiempo ya que esta tribu tenía unos serios problemas con la base secreta de un grupo de espías y ellos tendrían que defenderlos. El día siguió normalmente, todos los niños terminaron exhaustos a la hora que sus madres los fueron a retirar. 
La vida de Felipe fue siempre digna de un niño, sus abuelos se habían convertido prácticamente en sus padres y le dieron todo lo que él necesitara. Un día frío de Diciembre, decidieron mudarse a un barrio más céntrico, en medio de Londres, donde estaban las grandes construcciones, los palacios y toda la historia del pasado de esa gran ciudad. Ellos se mudaron a la mansión Herchester, una antigua mansión construida en el siglo XII. Esta construcción tenía paredes de color negro, pilares visibles a la entrada, y un gran camino de piedras que dirigían a la puerta principal. En el interior habían cinco cuartos cada uno con un amplio espacio para la cama, aparador, espejo y un sofá justo debajo de la ventana. Los abuelos de Felipe pagaron un precio de un gran descuento por esta grande y amplia mansión ya que estaba muy cerca del cementerio de la ciudad.  
La primera noche pasó, todos estaban llenos de emoción de estar en un lugar más cercano a tiendas, hospitales, estaciones y muchos lugares más. Los días pasaban y todo seguía tranquilo en la mansión. Una noche, la más oscura de ese tiempo, Felipe, se quedo jugando con sus juguetes hasta tarde, cuando de repente empezó a escuchar un sonido chirriante en la esquina de su habitación. Él no le prestó mucha atención y siguió jugando. Los días continuaron y los sonidos misteriosos también, pero Felipe nunca hizo nada al respecto.
Felipe creció y fue a la universidad en Estados Unidos. Sus abuelos habían vivido en la mansión toda su vida hasta el día de su muerte, su abuelo murió a los 80 años de edad debido a una insuficiencia del corazón, en cambio su abuela murió 7 años después, debido a causas naturales. Felipe devastado por este hecho decidió comprar la mansión, el único recuerdo que le quedaba de sus abuelos ya que, antes de morir su abuela le pidió a la enfermera que le cuidaba que quemara todas las fotos, ropa y todo recuerdo sobre ella y su esposo. 
Felipe regresó a vivir en la mansión, y cada noche escuchaba voces, pisadas y sonidos tenebrosos. Muy aterrado, salía a ver de qué se trataba, pero terminaba sin encontrar nada. Él lo que no se daba cuenta es que estas voces, le estaban dando instrucciones de que cometa ciertos crímenes en la ciudad. 
Se despertó una mañana e hizo lo que usualmente hacía, tomó una taza de té y salió a su habitación, en ese momento tuvo un pequeño mareo, una extraña sensación recorría por su cuerpo. De un momento a otro giró de la dirección a donde iba. Fue a la cocina, cogió una pistola y salió a la calle, la mañana estaba cubierta de neblina, parecía que nunca iba a salir el sol,  empezó a caminar por la gran avenida. Caminó tres cuadras hasta el gran museo, inconscientemente sacó la pistola y buscando con la vista lo localizó. Fue rápidamente hacia él y con un suave y frío disparo le atravesó la cabeza. Felipe salió y fue directo a su casa. Siguió con toda normalidad y tranquilidad su vida, como si nada hubiese pasado. En cambio en el museo, todo el mundo quedó impactado, aterrorizado después de haber presenciado tal evento catastrófico. Felipe, pasó encerrado en su habitación por varios meses, hasta que un día decidió salir, fue directo a una perfumería, donde había una señora con un vestido de una tela muy fina, y un abrigo de piel, él tomó uno de los perfumes y lo partió en la cabeza, dejando a ese cuerpo desangrándose en el piso, sin alma, sin sentimientos, esa inocente criatura tirada sin vida. Felipe se fue caminando de lo más relajado, cuando la policía lo atrapó y lo llevaron a un interrogatorio. 
Felipe, sudaba frío, sentía los nervios corriendo por su cuerpo, estaba confundido y desconcertado no sabia qué estaba pasando, ni qué hacia en ese cuarto oscuro. Dos señores, con trajes entraron a la habitación, le preguntaron por qué había matado a la señora, cuáles eran sus motivos. Él trataba de responderles, pero las palabras no le salían de la boca. El tiempo llegó, lo llevaron a una celda, y después de pasar unos meses ahí nunca encontró la explicación para ese acto que había cometido. Un día con una pluma escribió: " Queridos familiares del señor y la señora, al momento de esos actos tan desconsiderados e inhumanos no tenía mi mente en este mundo, estuve controlado por alguna fuerza inexplicable y espero su atención, Felipe". Unos momentos después tomó su camisa, la partió y formó una especie de cuerda, se la ató al cuello y con ella terminó su vida, llena de alegrías, miserias y confusión.

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